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A veces corremos detrás del tiempo, pero aquí parece que el tiempo se detiene y que la naturaleza recreada es una realidad ausente en el resto de la ciudad de Lisboa.

Una visita a este lugar, en pleno Parque Eduardo VII, nos ha hecho vibrar de interés por las numerosas plantas y por su peculiar historia, toda ella narrada en una visita guiada por la Fernanda Castiço, responsable del espacio. Los cuidadores tratan de todo el invernadero con mucho cariño. Algunos ya llevan muchos años de dedicación a este lugar.

La verdad es que este invernadero surgió por pura casualidad: un jardinero aprovechó una cantera que ya no era usada para albergar especies de plantas oriundas de varias partes del mundo. Estas plantas pasarían a estar en la Avenida da Liberdade, pero, como la I Guerra Mundial había llegado, todo fue aplazado y las plantas empezaron a crecer y a darle una nueva vida a una simple cantera de basalto, creando la Estufa Fría (Invernadero Frio), que fue complementada en 1975 cuando se le añade la Estufa Quente (Invernadero Caliente) y la Estufa Doce (Invernadero Dulce) con plantas ecuatoriales, tropicales y cactáceas.

Aquí, entre las más de 300 especies, encontrará el helecho, símbolo del invernadero, cuya hoja nace enrollada y si la punta se daña, no vuelve a crecer; la Brunfelsia que da una flor que nace morada, pasa a azul y muere blanca; cinco especies de fucsias; la planta del mango; diferentes tipos de plataneros; caña de azúcar e incluso la planta del tabaco...

¡Pero mejor que describírselo, es invitarlo a ver las imágenes y a visitarlo para que pueda contemplar un momento verde que da la vuelta al mundo!