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Desde 1829 que la Confeitaria Nacional mantiene viva la autenticidad de la pastelería tradicional portuguesa.

Al entrar por las puertas de la tradición, el aroma irresistible de la pastelería nacional nos arrebata. Aquí es imposible pasar indiferente al coloreado de los pasteles dispuestos en los escaparates y, claro, a los apetitosos 'pastéis de nata', el más famoso dulce de la casa: tibio por dentro y crujiente por fuera. Esta pequeña preciosidad de la dulcería portuguesa satisface los miles de turistas y lisboetas que por aquí pasan.

Aquí encontrará un ambiente lujoso que se ha mantenido de generación en generación. Rui Viana, propietario de Confeitaria Nacional desde 2002 y 6º del linaje familiar, asume orgullosamente la dirección de la casa, la cual camina más allá de las fronteras.

Toda la pastelería de la Confeitaria es artesanalmente creada dentro de puertas según recetas tradicionales, algunas datadas de 1829, y guardadas bajo siete llaves. Muchas de esas recetas surgieron por las manos del segundo dueño de la Confeitaria Nacional, Baltazar Castanheiro Júnior, un enamorado por los diferentes sabores que iba descubriendo en sus incontables viajes. De Francia trajo la receta del bolo-rey, uno de los iconos de la actual pastelería portuguesa navideña.
Este es un espacio relleno de historia y tradición, cuyo misticismo y realeza es innegable. La Confeitaria Nacional ha sido el igual: original y auténtica.